Nuevo turismo en Pasarón de La Vera

Una nueva forma de hacer turismo: Propuestas del grupo transversal de acción turística de Pasarón

Una nueva forma de hacer turismo

Pasarón de La Vera te espera con nuevas propuestas turísticas que se suman a sus fiestas y oferta tradicionales. Nuevas rutas, nuevas fiestas y celebraciones…

Nuestra materia prima:

 

Pasarón de la Vera, el pueblo y su historia

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Pasarón de la Vera, es como su propio nombre explica: puerta de unión entre el Jerte y la Vera, pero es mucho más. Pueblo declarado de interés histórico artístico, rezuma belleza e historia por todos sus poros. En su palacio, motor de la nobleza placentina en siglos remotos, morada de los condes de Osorno, responsables, entre otros, de la elección de la Vera como retiro del emperador, se sitúa la leyenda de la Magdalena, de los amores de Don Juan de Austria, que sin quererlo otorga un aire romántico a toda la villa invitando a enamorarse. En sus calles se define la arquitectura verata y bajo su piedras se esconde el latido de un pueblo celta que hizo frente con fiereza al invasor romano. Todo ello con la quietud y el sosiego del que gustan disfrutar los Pasaroniegos.

Historia

Pasarón fue en sus orígenes con toda seguridad, un caserío vettón, o un pequeño Castro, con tamaño y vida suficientes como para haber generado un montón de restos arqueológicos. Los Vettones, celtas de origen indoeuropeo, vinieron previsiblemente del norte, aunque hay quien dice que entraron por las costas de Lusitania adentrándose hasta el macizo central. Mayoritariamente se piensa que bajaron por la vía de la plata tribus procedentes del norte, gaélicos o astur-leoneses, que ocuparon Salamanca, parte de Ávila, el noroeste extremeño, llegando hasta las tierras altas de Toledo. De hecho, a pocos km de Pasarón, subiendo la sierra, se encuentra El Piornal, donde aún conservan una lengua propia que tiene mucho en común con el Bable.

Los celtas trajeron su cultura, respeto por la naturaleza donde encarnaban a sus dioses, y el respeto a las piedras zoomorfas donde situaban sus altares; la ganadería, con grandes esculturas o verracos que marcaban o protegían sus pastos, agricultura, alfarería y respeto por todos los integrantes de sus comunidades, de igual a igual, algo que los romanos, que relegaban a la mujer casi a la altura de un objeto decorativo, tuvieron prisa por hacer desaparecer.

Estuvieron aquí muchos siglos. Desde la alta edad del hierro hasta la ocupación romana, y es a estos a quienes debemos todo el conocimiento de estas tribus, desde luego desprovisto de imparcialidad. Más adelante, diferentes ocupaciones hasta la cristiana, se encargarían de desdibujar cualquier señal de su pasado.

Ocupación Romana

Los romanos intentarían agrupar a estas pequeñas poblaciones en grandes Opidiums, favoreciendo el abandono de los castros, tan inexpugnables, tan ingobernables. Es posible un gran éxodo a esas urbes, pero también creo que esas tácticas estarían más enfocadas a los temidos guerreros y guerreras vettones, y no tanto a los pequeños campesinos o ganaderos, que mucho me temo, siguieron aferrados a su exíguo medio de vida.

Aún así, fueron importando la nueva cultura, los nuevos dioses con templos levantados sobre los lugares de anteriores divinidades, por aquello de no torcer la querencia de las gentes si no hacerlas convivir hasta que, por su propio pié, desaparecieran.  Numerosos restos y vestigios romanos aparecen por Pasarón y su valle colindante. Restos que pueden verse en la plaza del ayuntamiento.

Invasiones árabes, etc.

Poco a poco los siglos se echaron encima y Pasarón, fue engullendo lo que llegaba, amasándolo a su propia cultura y creando esa amalgama llamada perrunilla, dulce nacional pasaroniego, que bien podría representar la mezcla de historias en Pasarón. Ese trasiego de culturas que define ese carácter entre descreído y burlón de los Pasaroniegos.

Edad media hasta Magdalena y Jeromín.

Así vinieron a establecerse los nobles, por la beningnidad del valle, algo recurrente en todos los dichos y leyendas que hablan de Pasarón, y en ellas fundaron el Señorío de Pasarón, legado por Fernando Alvarez de Toledo, primer Duque de Alba a su hija María de Toledo, casada con D. Álvaro de Fonseca, capitán de los fontinos. Casa señorial o pabellón de caza que pasaría a los Manrique de Lara, Condes de Osorno y señores de Pasarón, en los primeros albores del siglo XV, momento en el que se acometió la gran reforma de la construcción del palacio que se ha conservado casi intacto hasta nuestros días. Palacio construido como lugar de asueto, caza y retiro, por la bondad de sus aires y sus aguas, para la familia Manrique de Lara, con residencia oficial en Galisteio, o Plasencia.

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Así se llega hasta la famosa leyenda del amor, pequeño, mediano o enorme, entre dos jóvenes a los que el destino muy pronto tenía que separar, pero que en ese momento ellos desconocían. Jeromín, hijo natural de Carlos V, y Magdalena, descendiente de del Conde de Osorno. Amor imposible pues el primero asumiría los designios de su estirpe real, y la segunda cumpliría su promesa recluyéndose en un monasterio.

Todo eso tuvieron que ver los pasaroniegos que hoy aguantan con el mismo estoicismo la nueva invasión marciana llegada desde la polis, insistiendo en las nuevas tácticas turísticas. Nos miran con la cara del que ha visto a tantos pasar por aquí con una verdad, cada uno con la suya, con la cara de quien ya no se cree casi nada. Y digo casi, porque puedo constatar que lo que arraiga lo hace con fuerza. Puede costarles poner un rollo en la plaza del ayuntamiento, pero una vez puesto, eso no hay Dios, ni celta, ni romano, ni cristiano, que lo mueva. Y en esas estamos.

Hoy

Hoy el pueblo está enfermito. En diminutivo y con cariño, porque da gusto verlo, pero las cifras son tozudas y se conjugan con las palabras malditas: Despoblamiento, abandono y muerte. Las nuevas generaciones buscarán, claro, un futuro mejor fuera de aquí. «Aquí ya no va a haber trabajo más que para unos pocos» -se oye decir a sus habitantes. La pequeña industria agraria no da ni dará mucho más de sí y, de momento, no creen ni en milagros ni en otras industrias. No se les puede reprochar, la enfermedad ha calado hasta los huesos y ahora les afecta a ellos y a su fe en un futuro posible. Los jóvenes, y algunos hijos adoptivos, tenemos que luchar por encima de todo eso, incluso sin la ayuda de los más pesimistas, no ya para nosotros, sino pensando en las generaciones que vienen. No todo esta perdido. Al menos eso creemos en este grupo de trabajo.

El Palacio

De una casa señorial, utilizada por los Álvarez de Toledo, condes de Oropesa, para sus cacerías por la zona, para el disfrute del buen vino y de los «milagrosos» aires del valle; el casón es adquirido por Garci Fernandez Manrique de Lara, III conde de Osorno, para la construcción de un palacio: Una segunda vivienda ya que la familia posee la principal en Galisteo.

Es en esa época donde este conde de Osorno, mano derecha del emperador, acompaña al César a Italia para que fuese coronado, trayéndose la cabeza repleta del gusto italiano por lo neoclásico, influencia que llena este nuevo palacio de Pasarón de La Vera, incluso con piezas traídas de aquellas lejanas tierras.

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Su mujer, María de Luna, hija del gran Álvaro de Luna, es también en esos días, primera dama de Isabel de Portugal, mujer de Carlos V, por lo tanto, un nuevo lazo de amistad que une a estos admiradores de Pasarón y su Vera, con la pareja real. No es de extrañar entonces, que la primera vez que oyese el emperador hablar de las maravillas de esta comarca fuese a esta pareja que en esa época se hacían construir esta maravillosa casa de lujo y solaz reposo.

Un nevero, de los pocos datados en España en esa época, nos habla del detalle con el que se pensó este palacio de veraneo. Sus tierras llegaban justo hasta las lindes del monasterio de Yuste. Bosques y praderas por las que correrían los nobles de la época, siguiendo la tradición de la casa primigenia, en importantes batidas de caza. Juan de Austria, entonces Jeromín, gran aficionado al deporte cinegético, es seguro que fue traído hasta aquí, invitado por los sobrinos e hijos de don Alonso Manrique de Lara, hijo de Garci Fernandez, a quien prometió estar cerca del emperador en su último retiro.

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Nuestro valle

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En Pasarón la naturaleza se puede tocar con la mano. La estructura nidal del pueblo, con el centro neurálgico en sus dos plazas y el adosamiento de los vecinos a su alrededor. Bastan dos pasos para estar en plena naturaleza. Caminos para pasear entre huertas, rutas de bosque, árboles centenarios, todo está tan a la mano, que no tiene sentido que nadie tenga siquiera un mínimo jardín en su casa.

Te proponemos algunos paseos al rededor del pueblo (Cortos, medios y largos)

Un pueblo recolector

La despensa de fruta y verdura está ahí, al doblar la esquina. No hay casa que no tenga higos, tomates, ciruelas y cerezas en su despensa. El pueblo ha sabido crecer de una manera inteligente, agrupando las casas al calor de la comunidad y manteniendo las huertas en un segundo término, justo antes de llegar a los bosques. Todo es perfecto para una vida equilibrada y en paz con la naturaleza.

Un pueblo tranquilo

Dicen los pasaroniegos que no crecieron más por estar en un «fondo de saco» No le cruzó nunca una gran carretera con lo que el pueblo tampoco tuvo la tentación de desplazar su vida junto a ella, mal que aqueja a tantos pueblos de La Vera.

Hoy eso representa, según este grupo de estudio, una ventaja para los visitantes que llegan desde Madrid buscando la tranquilidad. A este pueblo no ha llegado el turismo masificado en autobuses. No es el lugar para eso. Basta pasear por sus calles para darse cuenta de que sus gentes tienen la frescura y la ambabilidad que nuestros padres encontraron viajando por tierras de españa, allá por la mitad del siglo XX.

La vida, la de sus vecinos, siempre estuvo en sus plazas, y terminado el baile, o la misa, o la reunión de los cofrades, cada portal está a dos pasos. Te los cruzarás y te dirán el clásico «Adió», que viene a resumir un «hola» y un «adiós».

Excursiones fuera del pueblo

Te ayudamos a planificar tus excursiones desde aquí. Pasarón está en un lugar perfecto en el mapa de la sierra norte cacereña, equidistante de La Vera, El jerte y Plasencia. Puedes por lo tanto, elegir un recorrido cada día, o plantearte varios viajes a Pasarón para conocer los tres valles que lo rodean.

Excursiones desde Passarón


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